Cuando se inhala, el aire sigue con exactitud este recorrido. El aire se calienta y humedece en la nariz, pasando por una previa limpieza o filtrado realizado por las vellosidades de la mucosa nasal, sin embargo, cuando se inhala por la boca, el aire no es humedecido y llega a la tráquea sin haberse podido filtrar.
Es por este motivo que siempre es mejor respirar por la nariz que por la boca.
El aire pasa a través de la tráquea hasta llegar a los bronquios. La tráquea y los bronquios están revestidos por una infinidad de cilios (pelos microscópicos) extremadamente finos que están en perpetuo movimiento hacia la garganta. Esto sirve para expulsar a pequeños objetos extraños, polvo, bacterias y mucosidad sucia.
Los bronquios son las estructuras que dan paso al aire desde la tráquea hacia los pulmones. Al final de la tráquea, los canales de los bronquios se separan y forman un sistema de tubos finos con numerosas ramas arborescentes. Estas ramas extremadamente finas continúan la transición hasta los alvéolos. Los pulmones comprenden más de 300 millones de estos diminutos sacos alveolares, que están rodeados por una densa red de vasos sanguíneos extremadamente pequeños. Aquí es donde el oxígeno del aire se intercambia con el dióxido de carbono que se forma en el cuerpo… el intercambio gaseoso.
Una de las causas más frecuentes de la tos es la infección viral, conocida como gripe o resfriado común, que inclusive puede llegar a causar una bronquitis aguda. Cuando el sistema inmunológico está intacto, el cuerpo se protege contra los gérmenes. Pero es común que, durante los resfriados, el sistema inmunológico pueda debilitarse debido a la batalla que se está librando, agravándose por corrientes de aire, llevar ropa mojada o caminar descalzo, factores que pueden paralizar los cilios del árbol bronquial disminuyendo las defensas contra nuevos virus o bacterias.
Si tenemos contacto con personas que cursan con un resfriado -en el trabajo, guardería, escuela, etc.-, los virus tienen un acceso más fácil a las vías respiratorias; estos pueden penetrar en los bronquios atacando a las células sanas para después multiplicarse.